Tras fracasar profesionalmente y verse en bancarrota, Jake y Ellen Grier, junto a sus dos hijos adolescentes, han de dejar Chicago y volver a Vinegar Hill, la casa de campo donde Jake nació y creció. Lejos de una feliz bienvenida, el padre de Jake aún domina el opresivo y hostil nido familiar con mano de hierro, y no se preocupa por ocultar su desagrado por la llegada de su hijo.